Maranatha Cristo Viene

JUAN 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy...

sábado, 23 de septiembre de 2017

Escuchando Del Cielo

Podemos disfrutar de la victoria sobrenatural aun mientras vivimos en un cuerpo natural. Podemos triunfar sobre los problemas, aunque el mundo a nuestro alrededor esté en confusión. En otras palabras, podemos experimentar lo que los creyentes experimentaron en los comienzos de la Iglesia. Como Hechos 9:31 lo dice: «[ellos]…vivían en paz y [las iglesias] eran edificadas en el temor del Señor, y su número iba en aumento por la fuerza del Espíritu Santo».
Esa es una manera maravillosa de vivir y es así como Dios quiere que vivan todos Sus hijos. Él quiere que cada uno de nosotros—sin importar las circunstancias o dónde vivamos—seamos edificados, animados, dirigidos y empoderados por el Espíritu Santo. Él quiere que nos multipliquemos de todas las formas y al mismo tiempo disfrutemos del descanso y la paz, que provienen de la presencia del Señor.
A pesar de que esa es la voluntad de Dios para todos nosotros, esa clase de vida no llegará a nosotros de la misma
manera que una manzana se cae de un árbol. Nosotros debemos buscarla con insistencia y recibirla. Como Hebreos 4:11
dice: «hagamos todo lo posible por entrar en ese descanso» (NTV).
Específicamente, ¿qué involucra el hacer todo lo posible para entrar en el descanso de Dios? Con certeza no se trata de luchar para encontrar el camino por medio de nuestros esfuerzos humanos. Jesús—a través de Su vida, muerte y resurrección— ya obtuvo todo lo que se debe hacer.
En Él ya has sido: “bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales» (Efesios 1:3). Así que cuando se trata de hacer todo lo posible, ¡Jesús ya ha hecho la parte difícil del trabajo! Tu parte es la más fácil. Tan solo requiere que hagas un esfuerzo en relacionarte con Dios. Requiere que pases tiempo compartiendo con Él en la Palabra y en oración, aprendiendo a caminar en el espíritu y a escuchar Su voz.
Sin embargo, es triste decirlo, muchos cristianos jamás aprenden a hacerlo. Como resultado, les es difícil vivir la vida cristiana. Ellos tratan de hacerlo en el ámbito de la mente, en vez de hacerlo en el ámbito del espíritu. Ellos tratan de hacerlo utilizando su propia fuerza de voluntad natural para mantener un conjunto de reglas religiosas.
Eso no es solamente difícil, ¡sino que es imposible! No puedes vivir bien en este mundo perverso tan solo siguiendo una lista mental de lo que se debe y no se debe hacer. No puedes vencer las tendencias de tu carne en lo natural tan solo dependiendo del poder de tu carne. Cuando todo el mundo a tu alrededor opera con la mentalidad de: si yo no cuido de mí, ¿quién lo hará?, no podrás caminar en amor con éxito en tu fortaleza humana.
No funciona de esa manera. ¡No puedes hacerlo! La única manera de vivir como Dios dice en la Biblia que debemos hacerlo, es manteniendo una unión y comunión con Él. Debes entrar en el ámbito espiritual y permitir que Él te supla de energía. «Porque Dios es el que produce en ustedes lo mismo el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Filipenses 2:13).
“Pero Gloria”, podrías decir, “¡Ni siquiera sé si Dios podrá hacer algo con el lío que he creado! ¡Tengo problemas tan grandes que no sé cómo salir de ellos y no sé nada acerca de operar en el Espíritu, en lo absoluto!”. Ninguno de nosotros sabía cómo hacerlo cuando empezamos. En el comienzo éramos como niños pequeños aprendiendo a caminar. Sin embargo, te puedo decir por experiencia que desde el primer día que desees escuchar y obedecer la voz del Espíritu Santo, tu vida comenzará a mejorar. La oscuridad que ha opacado tu visión espiritual se disipará y comenzarás a ver las cosas de Dios.
¿Por qué necesitas ver las cosas de Dios? Porque no puedes saber lo que realmente está sucediendo al enfocarte
en las cosas naturales. Verdaderamente todo lo que puedes percibir es lo que está pasando en el ámbito terrenal. Mientras estés atado a este mundo físico en tu pensamiento y en tus acciones, no podrás entrar en la provisión sobrenatural que Dios tiene disponible para ti. Aun si está disponible en abundancia, no podrás aprovecharla.
Hay más de nuestro lado que del lado de ellos Piensa en lo que le pasó a Eliseo y a su siervo en 2 Reyes 6 y entenderás lo que quiero decir. Ellos se levantaron una mañana y vieron que durante la noche habían sido rodeados por el ejército sirio.
Con las tropas enemigas, los caballos y los carruajes a su alrededor listos para atacarlos y asesinarlos, el siervo de Eliseo no podía ver en lo natural que había una manera de salir de esa situación. Lleno de pánico, exclamó: —«¡Oh señor! ¿Qué vamos a hacer ahora?» Eliseo le contestó: «¡No tengas miedo! ¡Hay más de nuestro lado que del lado de ellos!  Entonces Eliseo oró: «Oh Señor, ¡abre los ojos de este joven para que vea!». Así que el Señor abrió los ojos del joven, y cuando levantó la vista vio que la montaña alrededor de Eliseo estaba llena
de caballos y carros de fuego (2 Reyes 6:15-17, Nueva Traducción Viviente).
Nota que a pesar de que en lo natural parecía como que Eliseo y su siervo estaban solos, en realidad un ejército de ángeles y carros de fuego había sido enviado por Dios para pelear la batalla. Ellos no aparecieron solamente cuando los ojos del siervo de Eliseo se abrieron. Ellos habían estado ahí todo el tiempo, en el ámbito espiritual, esperando para acabar con el ejército sirio y hacer cualquier cosa que el hombre de Dios les dijera que debían hacer.
A pesar de que esa es una historia del Antiguo Testamento, tú como creyente del Nuevo Testamento estás es una
situación muy parecida: Tienes ángeles contigo todo el tiempo (Hebreos 1:14).
Continuamente tienes sanidad disponible para ti (1 Pedro 2:24). Tienes provisión de riquezas financieras
listas y a la espera (2 Corintios 8:9). Sin embargo, si no sabes acerca de estas cosas, no te servirán de mucho. Si
no estás escuchando a Dios sobre ellas, ni viendo las cosas desde Su perspectiva, continuarás viendo este mundo en lo natural y, para serte sincera, no tiene mucho que ofrecer. Éste no puede proveer las soluciones para cada problema, no puede sacarte de los problemas y darte la victoria. Te dejará derrotado una y otra vez.
Por esa razón el diablo trabaja sin descanso para mantenerte atado a las cosas naturales. Es la razón por la que él
está feliz cuando permites que tu vida esté tan ocupada y llena de cosas mundanas, que cuando el Espíritu Santo trata de hablarte, lo que te dice pasa de largo, sin que lo escuches. Satanás tiene que alejarte de tu comunicación con el Señor para moverse en tu vida. Él tiene que mantenerte en la carne y evitar que te conviertas en una persona espiritual, como Romanos 8:6 dice: «Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz».
Cuando estás caminando en el espíritu, el diablo no puede ni siquiera manipular tus circunstancias naturales. Él no puede empujarte con problemas y presiones porque tú estás escuchando al Señor a través de Su Palabra escrita y Su voz en tu interior. Como resultado, el ámbito espiritual es más poderoso en ti que el natural. Las realidades imperceptibles de Dios para ti son más grandes de lo que tus ojos físicos pueden ver, por lo tanto, puedes caminar por medio de la fe, lo que significa que puedes vencer cada obstáculo en el ámbito natural.
Porque, como 1 Juan 5:4 dice: «Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe».
Alguien está llamando
“Pero Gloria, ¿qué pasa si no tengo la capacidad de caminar en esa clase de relación con Dios?”
¡Sí la tienes! Como creyente has nacido de nuevo para caminar y hablar con Dios. Tienes la palabra de Jesús al respecto, Él lo dijo de forma muy clara en el Nuevo Testamento:
«Mis ovejas oyen y escuchan Mi voz; y yo las conozco, y ellas me siguen” (Juan 10:27, La Biblia Amplificada, Edición Clásica).
«Pero les digo la verdad: les conviene (es bueno, ventajoso) que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador (consejero) no vendrá a ustedes [a tener una relación cercana con ustedes]; pero si me voy, yo se los enviaré [para tener una relación cercana con ustedes]… Pero cuando venga el Espíritu de Verdad (el Espíritu que da la Verdad), él los guiará a toda la verdad» (Juan 16:7,13, La Biblia Amplificada, Edición Clásica).
«Mira! Yo estoy a la puerta, y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré en su casa, y cenaré con él, y él cenará conmigo» (Apocalipsis 3:20).
¡A eso le llamo estar esquipado para escuchar al Señor!
De acuerdo con estos versículos, tú no solamente conoces y escuchas la voz de Jesús, sino que Él está llamando a la puerta de tu espíritu todo el tiempo, esperando comunicarse contigo. Como si eso no fuera suficiente, el Espíritu Santo—el cual lo conoce todo—ha llegado a vivir en tu interior para enseñarte cómo caminar con Dios en cada circunstancia de la vida y servirte como tu Consejero personal.
Creo que una de las razones por las que los pastores en estos días, con frecuencia, tienen tanta carga de consejería en sus iglesias, es porque los cristianos no están tomando tiempo para tener una relación con EL Consejero. Ellos no están prestándole atención a Su voz y siguiendo la prescripción dada en Santiago 5:13, la cual dice: “¿Alguno de ustedes está pasando por dificultades? Que ore.” (Nueva Traducción Viviente).
La Biblia no dice en ninguna parte que cuando tenemos problemas o dificultades debemos ir a hablar con 45 personas al respecto. No dice que debemos ir y recibir muchísimos consejos humanos. Nos dice que, cuando tenemos problemas, debemos entregárselos a Dios y ver lo que Él quiere decirnos acerca del asunto.
Recuerdo que hace muchos años vi en la televisión cristiana una entrevista con alguien de una iglesia muy grande. Ella dijo que, en su iglesia, cuando los miembros tenían problemas de matrimonio o cualquier otro tipo, el equipo pastoral no los recibía inmediatamente para darles una cita de consejería. Ellos les pedían que ayunaran y oraran durante 36 horas. Después, si todavía querían hablar con un pastor para recibir consejería, podían hacerlo.
Usualmente, después de que la gente ha pasado tanto tiempo estando en comunión con el Señor, no se necesita de consejería pastoral. Ellos escuchan del cielo, y no solamente saben lo que tienen que hacer, sino que se dan cuenta de que han sido energizados por Dios para hacerlo. ¡Así que, a pesar de que esta iglesia en particular tenía más de un millón de miembros, su carga de consejería era relativamente baja!
Obviamente, no estoy sugiriendo que tienes que ayunar y orar durante 36 horas cada vez que quieras escuchar al Señor. ¡En lo absoluto! Si tan solo pasas una hora al día con Él en la Palabra y oración, podrás escucharlo todo el tiempo.
¿Cómo lo escucharás?
No en el exterior, sino en el interior. No con los oídos de tu cabeza, sino con los oídos de tu corazón. Como 1 Corintios 3:16 dice: «¿No saben que ustedes son templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?». Él constantemente se comunica con tu espíritu nacido de nuevo—algunas veces a través de palabras que parecieran venir de lo más profundo de tu ser, y mucho más frecuentemente a través de “inspiraciones” (Romanos 7:6, AMPC); algo que sientes, o lo que Romanos 8:16 llama “el espíritu mismo” del Espíritu Santo.
Jamás olvidaré la primera vez que aprendí a prestarle atención a este espíritu interior de una forma consciente. Apenas estaba empezando en el ministerio. Tenía en mi calendario algunos servicios y quería con todo mi corazón escuchar al Señor y hacer en esos servicios exactamente lo que Él quisiera. Así que oré: “Señor, enséñame cómo caminar en el espíritu. Enséñame cómo ser sensible a ti y cómo responderte”.
La misma noche que oré eso por primera vez, estaba sentada al lado de mi hermano Doug en un servicio en el que Ken predicaba, cuando pensé en un versículo de las escrituras en particular. Ese versículo realmente no tenía nada que ver con el mensaje que Ken estaba predicando, pero por alguna razón lo busqué en mi Biblia y se lo mostré a Doug.
“¿Por qué me mostraste ese versículo?”, me preguntó.
No sabía por qué. Simplemente quería hacerlo. Me pareció algo muy natural hacerlo. Resultaba que hacía tan solo unos instantes el Señor le había hablado a Doug acerca de que se levantara durante el servicio y compartiera una palabra con la congregación. Él no quería hacerlo porque no le gustaba hablar desde la tarima, así que le pidió al Señor que se lo confirmara. Claramente, el versículo que le mostré contenía la confirmación exacta que necesitaba para levantarse y compartir la palabra.
Sé que eso suena bastante simple, pero Dios estaba enseñándonos esa tarde a cómo escucharlo—y también te enseñará a ti. Él nos enseñará a todos nosotros si seguimos Su programa, si nos mantenemos en comunión con él todos los días. Él nos ayudará a aprender a caminar en lo sobrenatural con tanta naturalidad, igual que los peces nadan en el agua y los pájaros vuelan en el aire.
Después, sin importar qué clase de problemas enfrentemos, podremos vencerlos con las soluciones del cielo. Como la iglesia del libro de los Hechos, podremos caminar en el temor del Señor, el consuelo del Espíritu Santo, ¡y disfrutar de todo lo que provenga de la presencia de Dios!.

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