Maranatha Cristo Viene

JUAN 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy...

sábado, 23 de septiembre de 2017

Reflexión del día.

¿Quieres seguir siendo conejo, o estas dispuesto a ser una tortuga?


Dios resiste a los soberbios, y da gracias a los humildes” (Santiago 4:6)

Hay una antigua fábula que relata: un conejo desafió a los animales del bosque a correr una carrera, y la tortuga aceptó el desafío, todos se burlaron de tremenda osadía, ¿como se animaba a competir una tortuga, con la velocidad del conejo?
El conejo pensó que era una buena oportunidad para demostrar sus habilidades y avergonzar a su desafiante.
Todos los animales del bosque estaban reunidos para el evento, ambos se pusieron en la línea de largada y la competencia comenzó, el conejo por supuesto, con muchísima ventaja se adelantó varios kilometros, y luego regresó y dio unas vueltas alrededor de la tortuga burlándose de su lentitud, volvió a adelantarse y regresó e hizo lo mismo, todos los animales del bosque se reían de la situación.
Así, unos metros antes de la meta, se echó a dormir una siesta bajo la sombra de un árbol, estaba algo aburrido y era tan grande la ventaja que tenía sobre su oponente, que tenía tiempo de sobra.

En la obra de Dios aparecen muchos “conejos” creídos de sus capacidades, confiados en si mismos, parecen que pertenecen a una “casta elegida y especial”, son como “seres señalados, únicos”, ninguna tortuga se les puede comparar, y si se comparan es para avergonzarle de sus “limitaciones” y demostrar cuanta ventaja tienen.La tortuga avanzaba a paso lento, pero segura, despacio y firme fue recorriendo la distancia, metro a metro, al cabo de unas horas pasaba junto al conejo dormido y cruzaba la meta consagrándose como ganadora.
Me los imagino mostrando sus patas musculosas, sus grandes orejas, su cuerpo aerodinámico, preparado para la competencia, “nacido para ganar”, “elegido para campeón”, ¿Que diferencia con la silenciosa y lenta tortuga?
¿No resultará así con muchos “conejos” y “tortugas”?
La humildad no pasa por la vestimenta, ni por tener o no tener dinero, tampoco pasa por decirme humilde, o mostrarme humilde, la humildad es una disposición de corazón, es una actitud en la vida, y cada vez que nos creemos “conejos” debiéramos recordar el texto del sub-título : “Dios resiste a los soberbios” “Y da gracia a los humildes”

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